Santo Domingo.- Reconozco que nunca he sido muy religiosa, no soy de esas personas que asiste con regularidad a la iglesia, es más, tengo mucho tiempo sin ir a misa. Sin embargo esto no quiere decir que no crea en Dios, aún así confieso que en ocasiones se ha quebrantado mi fé, donde surgen muchas preguntas como el porqué de las injusticias, las guerras y las enfermedades, donde sufren los más vulnerables, y tengo que ser sincera, aún no encuentro las respuestas. Y sí, he pedido perdón al Ser Supremo cuando llegan estos pensamientos negativos.
Lo cierto es que entiendo que cada quien practica la religión a su manera, independientemente de la doctrina religiosa a la cual pertenezca. Mi madre era católica, y por ende, yo soy católica. El caso es que trato de tener un comportamiento apegado a los valores adquiridos desde la niñez, tratando de lastimar lo menos posible a quienes me rodean, pues no soy perfecta. Tampoco pretendo ser la Madre Teresa de Calcuta.
Mi religión no es arrodillarme, rezar 20 Padre Nuestro y 50 Aves María, ni darme golpes de pecho, aunque sí rezo de vez en cuando ya que creo en el poder de la oración, mi religión es tratar de ayudar a quien lo necesite, siempre que las posibilidades estén a mi alcance. Mi religión no está basada en las máscaras (la hipocresía), hablando bien de una persona para después criticarla a sus espaldas, mi religión es tratar de ser sincera y directa.
Tampoco soy de esas personas que cree que para ganarse el cielo hay que pasar por un valle de lágrimas y sufrimiento, pues supuestamente cuando dejes este mundo terrenal tendrás tu recompensa, mi religión es respetar al prójimo, pero soy sincera y lamentablemente no puedo amarlo como a mi misma como reza uno de los diez mandamientos, aunque claro está, amo a mis hijos incondicionalmente, eso es otra cosa, otro tipo de amor.
Mi religión no es dejar mi corazón abierto para quien me ha herido, mi religión es perdonarlo para liberarme del odio y resentimiento, mi religión es saber que hay un límite y que debes mantener la distancia. En otras palabras, mi religión es tratar de ser una mejor persona cada día reconociendo mis errores.
Por otro lado reconozco que soy temerosa de Dios, pues tengo la convicción de que las malas acciones tienen sus consecuencias. Me he equivocado bastante y quizás no sea la mejor persona del mundo pero tampoco soy la peor, simplemente soy humana, con defectos y virtudes.
¿Y tú, sabes cuál es tu religión?. Si eres de esas personas que aún no lo sabe, trata de descubrirla en esta Semana Santa.