Santo Domingo.- Se acerca el Día de las Madres y la determinación de esta guerrera me inspiró a compartir en mi blog su historia. Conocí a la doctora Johanna Pillier mientras ella trabajaba como médico radióloga en el Instituto de Oncología “Dr. Heriberto Pieter”, así que fui testigo de su lucha por formar una familia junto a su esposo Carlos Peguero. En este espacio ella comparte detalles de un proceso que duró años pero que culminó con un hermoso milagro, su hija Gilbely que hoy tiene 2 añitos y quien le otorgó el mejor título de su vida, ser mamá.
En la actualidad Johanna tiene 39 años de edad y es paciente de endometriosis, una condición que está directamente relacionada con la infertilidad, pues se estima que el 30% de las mujeres afectadas tienen problemas para concebir un embarazo de forma natural. Producto de esto fue sometida a dos cirugías y además le realizaron una inseminación artificial que no resultó. “Luego de 10 años de casada e intentando quedar embarazada fue muy triste, visitamos muchos especialistas y terapeutas y fue muy duro para nosotros ver que nuestros sueños de ser padres eran fallidos”, dice.
Pero sus intentos no fueron en vano porque Dios había hecho un milagro, finalmente Gilbely venía en camino y fue la alegría más grande de su vida. Hoy ella no concibe la vida sin su bebé, quien la motiva a levantarse cada mañana. “Ver su sonrisa es la sensación más agradable y más bonita, es algo que no cambiaría por nada y que me ha enseñado a ser una mujer totalmente diferente a la que era antes”, dice.
Muchos cambios y un embarazo difícil
Al ser una embarazada de alto riesgo Johanna y su esposo tuvieron que realizar muchos cambios. Al principio vivían en Santo Domingo y por no tener familias en esta ciudad tuvieron que trasladarse a Higüey, la ciudad natal de Carlos, y donde actualmente ella labora como encargada del Depto. de Imágenes del Hospital General y Especialidades Nuestra Señora de la Altagracia (HGENSA). Renunció a su trabajo en el Instituto Oncológico y su esposo tuvo que cerrar una tienda de ropas que tenía. “Fueron decisiones muy difíciles pero valió la pena”, asegura.
Su embarazo no fue fácil ya que tuvo complicaciones de sangrados y mucho dolor, a lo que se agregó una apendicitis a las 20 semanas. “Esta afección se da en una de cada mil embarazadas”, dice. Se sometió a una cirugía y fue muy traumático porque pensó que ella y su bebé no iban a sobrevivir, y a las 30 semanas Gilbely nació de manera prematura, por lo cual estuvo que estar en incubadora durante 15 días.
Sin lugar a dudas el apoyo de la familia es fundamental y al ser un embarazo tan deseado Johanna estuvo rodeada de los cuidados pertinentes, especialmente por parte de su esposo, a quien define como su baluarte, quien siempre veló porque tuviera todo lo necesario.
Lo cierto es que Gilbely cambió de manera positiva las vidas de Johanna y Carlos. “Al tener a una bebé en casa las cosas cambian, siempre hay algo que hacer, siempre hay un motivo para celebrar, es una dicha indescriptible, tener una familia es una bendición y agradezco a Dios por esta dicha”, son sus emotivas palabras.
Un sabio consejo
“Aprende a ser feliz con lo que tienes mientras persigue lo que quieres, es importante que no convirtamos la idea de una concepción en una obsesión”, es el mensaje que lleva Johanna a las mujeres que buscan embarazarse. En ocasiones una mujer puede sentir culpa y pensar que ha algo malo en ella, sin entender que son situaciones de la vida.
Como mujer, madre y médico Johanna aconseja a las mujeres que no pueden concebir de manera natural a buscar ayuda profesional para intentar algún tratamiento de fertilidad como fecundación in vitro o inseminación artificial. “No hay que perder la esperanza y pedir a Dios que se haga su voluntad en nuestras vidas”, concluye.